Rafael Arévalo Martínez
(Quezaltenango, 1884 - ciudad de Guatemala, 1975). Poeta, narrador, dramaturgo, cronista y ensayista guatemalteco, uno de los más destacados representantes de la Generación de 1910. En 1913 funda y dirige la revista Juan Chapín, portavoz de esa generación.Durante 18 años, de 1927 a 1945, fue director de la Biblioteca Nacional de Guatemala. Conoció España y otros países de Europa, fue periodista, profesor de lengua castellana y miembro correspondiente de la Academia Española de la Lengua. Recibió múltiples premios y condecoraciones, como la Orden Rubén Darío en Nicaragua y la Orden del Quetzal en Guatemala.
Se inició como poeta modernista, siendo uno de los más altos exponentes del movimiento, con los libros Maya (1911) y Los atormentados (1914), que constituyen dos de las pocas muestras que del pleno modernismo puede ofrecer la poesía guatemalteca.
En una segunda etapa, la de su poesía de madurez, cambió hacia un lenguaje más sencillo, sobrio, transparente e intimista: Las rosas de Eganddi (1921) y Por un caminito así (1947). En cuanto a la narrativa, su obra más famosa es El hombre que parecía un caballo (1914), cuento psicozoológico, fantástico y de corte surrealista.
Arévalo escribió diez novelas en las que predominan los elementos fantásticos, entre las que sobresalen Las noches en el palacio de la nunciatura (1927), La oficina de paz de Orolandia (1925), donde critica la expansión estadounidense, y Viaje a Ipanda(1939), en la que plantea un ideal de vida, una utopía, y en la que, además del estilo y de la extraordinaria caracterización de los personajes, destaca una profunda filosofía humana.
Tres de sus novelas son autobiográficas Una vida (1914), Manuel Aldano (1922) y Hondura (1947). El Mundo de los maharachies (1938) puede ser calificada como indianista fantástica. En el aspecto histórico escribió una gran crónica sobre uno de los dictadores del siglo XX: Ecce Pericles (1939).
Le besé la mano y olía a jabón…
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yo llevé la mía contra el corazón.
Le besé la mano breve y delicada
y la boca mía quedó perfumada.
muchachita limpia, quien a ti se atreva,
que como tus manos huela a ropa nueva.
¡Besé sus cabellos de crencha ondulada:
si también olían a ropa lavada!
¿A qué linfa llevas tu cuerpo y tu ropa?
¿En qué fuente pura te lavas la cara?
Muchachita limpia, si eres una copa
llena de agua clara.
Análisis:
Clasificación del texto:
Obra lírica: poema
3 estrofas de 4 versos cada una
Con ritmo y musicalidad
Rima cruzada asonante
Medida: simétrico endecasílabo -11 sílabas
Figuras literarias: aliteración e imágenes:
Sentirás mis suspiros y te oiré suspirar.
¿Dónde estará la boca, la boca que suspira?
¿Sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
Interpretación: Este poema habla de un amor juvenil y platónico, que idealiza cada sensación utilizando el simbolismo de la ropa limpia para ejemplificar la honestidad y pureza de los sentimientos y las personas. Relaciona también cada parte del rostro y cabello de la chica a la que le dedican esos versos.
REFERENCIAS:
Imagen: La ilustración artística, Revista No. 1,768, Barcelona 15 de noviembre de 1,915, Pag. 15
Poema
Biografía
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